lunes, 6 de mayo de 2013
IMITAR
El hombre tiene el deber de imitar a su Creador, pues fue hecho a su imagen y
semejanza1 según el secreto de la Suprema Forma. Y la imagen y semejanza con el Supremo se
concentra ante todo en los hechos, pues si la semejanza humana se limita a la apariencia
corporal y prescinde de los hechos ultraja a la suprema Forma2. Por ello, del hombre que se
asemeja a la Forma sólo en el cuerpo está dicho: Sus hechos son despreciados por la hermosa
Forma. ¿Qué valor puede tener un hombre parecido a la suprema Forma en sus miembros
corporales si sus hechos no guardan ninguna semejanza con los de su Creador? Así pues, lo
propio del hombre es imitar los actos de la suprema Corona3, en la que están contenidos los
trece atributos4 más elevados de la misericordia,
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